Esta zona representa la primera gran especialización olivarera de la Bética en época romana, y, en consecuencia, la importancia de la producción, exportación y comercio del aceite, que provocó una auténtica eclosión manufacturera en los márgenes de los ríos Genil y Guadalquivir, con la implantación de instalaciones de fabricación cerámica, envasado, almacenamiento y sistemas de transporte fluvial del producto.



El patrimonio arqueológico olivarero de Écija es una muestra magnífica de esta especialización productora y exportadora de Andalucía en la Antigüedad. Y una forma muy interesante de acercarse a la romanización del territorio desde la importancia que tuvo la economía rural para su integración en las estructuras económicas, institucionales y culturales del Imperio.
Los asentamientos, la red viaria, las comunicaciones fluviales y el aceite fueron claves para entender cómo se ordenó el territorio bético en torno al Guadalquivir. La navegabilidad del Guadalquivir y el Genil para pequeñas embarcaciones explica que numerosos restos se hallen junto al río, y la progresiva colmatación de su valle, con la consecuente elevación de su nivel de base, que algunos hayan desaparecido o resulten inaccesibles. Es el caso de los hornos en Las Delicias, un exponente de la aparición de talleres alfareros de escala industrial surgidas en el olivar bético-romano para satisfacer las grandes necesidades estatales de envases para el transporte de aceite. Yacimiento arqueológico plenamente estudiado y documentado, que, una vez puesto en valor, permitirá explicar la importancia que la cultura del olivar y el aceite de oliva alcanzaron en la región en época romana.
ASTIGI-BAJO GENIL
Elementos representativos del VUE
Riberas del Genil y el Guadalquivir
En torno a las riberas del Genil y el Guadalquivir se han datado decenas de talleres para la fabricación de ánforas destinadas a contener el aceite que se exportó desde la Bética. El yacimiento de Las Delicias, situado a unos 4 km del recinto amurallado de la Astigi romana y unos 3 km de la Écija actual, es una de las más grandes fábricas alfareras que se han excavado y han sido objeto de una intervención arqueológica sistemática. Este alfar, según consta en algunas marcas de ánfora fechadas en la segunda mitad del siglo II d. C., fue conocido como figlina Scimniana, y estuvo en funcionamiento desde época de Tiberio y Claudio hasta la segunda mitad del siglo III d. C. El 85% de su producción se destinó a la fabricación de ánforas olearias. Su gran dimensión, largo período de funcionamiento, número y variedad de marcas y amplio conjunto de espacios de trabajo, permiten calificarlo como establecimiento de carácter industrial. Se han hallado restos de un horno, así como un edificio de 380 m2 de superficie, con espacios para manufactura y almacenamiento de ánforas, cimentado sobre cantos de río y con alzado de fragmentos cerámicos. Los materiales depositados en varias zonas de vertederos en sus inmediaciones, han aportado marcas de ánfora que señalan a los años 30-50 d.C. como primer momento de funcionamiento del alfar, y en otros sectores abarcan hasta el siglo III d.C. Alfar romano en finca Las Delicias Restos cerámicos (superior) y muro del taller (inferior). Imágenes, S. García-Dils, campaña de 1997.

